viernes, 21 de noviembre de 2008

3. QUE EMPIECE EL SHOW





El gato emitió un quejido al verla acercarse con una jarra y una cubetera en las manos. Ella avanzó hacia la mesada, en donde tuvo que estirarse hasta la mucheta de la ventana para tomar su planta predilecta. La regó con agua helada y luego colocó los trozos de hielo sobre la tierra, sin que hagan contacto con los tallos. El gato aguardaba que terminara para volver a su cálida siesta. Ramona optó por cambiar la maceta de lugar, ya que la ventana permitía el ingreso directo del sol, preferido por el gato, pero altamente perjudicial para la Violeta de los Alpes, blanco de halagos de las vecinas que la visitaban a menudo. Su habilidad y dedicación en el cuidado de las plantas era solo comparable a su afición y destreza por la cocina vegetariana y el chisme barrial.

Llevó la maceta hasta un rincón reparado, en donde la luz era menor durante todo el día. El balcón simulaba a un pequeño vivero, con toques de huerta doméstica, en la que no faltaban los almácigos de perejil y lechuga morada en cajones, los plantines de albahaca y hasta un arbusto de romero, enclavado en lo que fuera alguna vez un tarro de leche. Esos aromas, mezclados con los del incienso, los jazmines y la menta, ejercían el dominio del aire, impidiendo el paso de los gases que los caños de escape de los colectivos espetaban con flotante impunidad.

Inclinada, allí entre la Azalea (alguien le había dicho que las fastuosas flores lilas de esa planta eran venenosas) y el Malvón, se sobresaltó al descubrir un pequeño pájaro muerto.





Todos pisoteaban el suelo aun húmedo. Fernando miraba la escena lamentándose; las pisadas se desparramaban por el lugar y aunque se iban extinguiendo a medida que se alejaban del mostrador, igual debería repasar todos los recorridos antes de que volviera el Comisario.

Cuando le llegó el cambio de destino gritó que “al fin le tocaba una buena racha”. A sus compañeros de entonces les repetía “ahora voy a estar todo el día de punta en blanco, como un señor, sin ensuciarme los zapatos”, y agregaba, burlón: “en el centro de la City está la papa ¡y no hay barro, como en este pantano de mierda!”, riendo a carcajadas.

Ahora recordaba esos momentos, mientras miraba el piso y cómo a su pantalón azul le iban apareciendo lunares blancos; era el tercer pantalón en un mes que se le manchaba con lavandina. Y era la tercera vez, también, que le tocaba limpiar el vómito de un detenido. En este caso, un viejo vagabundo ebrio que habían llevado a pedido de un amigo del Comisario, dueño de una casa fotográfica que solicitó que “le retiraran el harapo de la vereda porque le deslustraba el paisaje”. El “harapo” ingresó y regó el piso con vino barato tibio; automáticamente todos miraron al verdecito.

“Derecho de piso, macho; pero de piso sin barro”, le gritaban socarronamente por teléfono sus antiguos compañeros, cuando él les contaba que lo hacían limpiar el baño o “las lanzadas de esos borrachos de mierda que traen acá”.

Fernando Borges, alto, morocho, aficionado a la práctica de deportes y a la cerveza, 24 años, soltero, nacido en la ciudad de Lobería, llevaba en la policía doce meses, y uno en esa comisaría céntrica de Mar del Plata, en donde no tardó más de una semana en enterarse del manejo de “algunas papas”. La prensa era una de ellas.





El humo de los cigarrillos iba tapizando el cielo raso de la pequeña oficina. La luz de los tubos fluorescentes ponía en evidencia la falta de pintura de las paredes amarillentas y las telas de arañas, que intentaban modelar la redondez en los rincones. Una capa de tierra opacaba el paisaje de un almanaque, cuya fecha de vencimiento ya había sido pasada un año antes. El color de la única cortina, que tal vez habría sido blanca, ahora mostraba un inconfundible tono nicotina apelmazada.

Rodeados de televisores, monitores de computadoras, faxes, teléfonos y tazas con café, el personal escuchaba las malas noticias que el gerente tenía para comunicarles.

- ..y todos vamos a tener que buscarnos otro trabajo. (Se incluyó sabiendo que él seguiría trabajando para ese medio.)

- Señor, –habló Rocío, una de las más nuevas y prometedoras reporteras- ¿podemos saber el por qué?

- Es una decisión de la central de Buenos Aires. Van a dejar a dos o tres como corresponsales, y el resto...

- Pero...
–interrumpió de nuevo la mujer, mientras el resto permanecía en cavilando- nosotros trabajamos bien, cubrimos todo a tiempo, además de cubrir también la zona...

- Si, si, claro. Decíselo a ellos –
gruñó-, que dicen que Mar del Plata genera noticias sólo en la temporada, y en esa época todos los medios están acá establecidos.

- Dígamelo a mí –
se lamentó Rutiño, el encargado de espectáculos.

- ¿Se sabe cuándo cerraríamos? -Preguntó el periodista deportivo. Cundió un prolongado silencio.

- No, todavía no, pero calculo que será este mes. - El gerente terminó de beber el café. Jugaba con una banda elástica entre los dedos. Iba a decir algo, pero habló por el intercomunicador la secretaria de la redacción…





Ramona forcejeó con el gato; la había seguido hasta ahí y ahora intentaba merendarse el pichón de plumas grises. Finalmente decidió retirarlo mediante una patada en el lomo, logrando que el felino se elevara unos centímetros del piso de cerámicos naranjas.

El teléfono, en el living, comenzó a sonar. Cerró la puerta vidriada al ingresar, dejando a su obstinada mascota adentro, impidiéndole el acceso al infortunado gorrión. Varias aves ahora se posaban en el borde del balcón. “Qué solidarias”, pensó al mirarlas y atendió el llamado.

Quién llamaba era la vecina del departamento de al lado, Elvira; una anciana (que también tenía gatos) acostumbrada a pasar los años frente a la ventana y al televisor. La señora –dijo- le había tocado el timbre varias veces sin conseguir que la atendiera. Ramona se disculpó argumentando que estaba bañándose, pero la verdad era que no lo había escuchado sonar; lo haría revisar por un técnico, se prometió al cortar la comunicación. Casi olvida el motivo del llamado de la vecina. Elvira le pidió que se asomara por el balcón a ver lo que pasaba en el edificio de enfrente, porque debido a su poca visión no alcanzaba a distinguir si lo que estaba en la cornisa era un hombre o una sábana volada, como otras veces.

El gato jugaba a golpear con su pata las hojas de un Potus, que asomaban desde una de las macetas del living.

Ramona recordó al desdichado pájaro y tomó la escoba y una pala antes de salir al balcón para poder darle plástica sepultura. Quedó paralizada al mirar hacia el frente: Elvira tenía razón. Vio al hombre parado en la cornisa y en la remera tenía... ¿manchas de sangre?

Gritó al sentir el contacto del lomo del gato contra sus piernas y salió corriendo, desesperada, a llamar por teléfono.





Los almuerzos de su superior solían durar hasta bien entrada la tarde, por lo que no se preocupó en utilizar el escritorio principal. Encendió un cigarrillo.

Mientras jugaba al solitario en la computadora, Fernando pensaba que llegaría el día del arribo de un nuevo policía a quién todos –incluido y principalmente él- le harían pagar el derecho de piso. Y ya no más limpiar baños ni vómitos ni tener que ir a pedir las facturas para el mate a la panadería de la otra cuadra o las pizzas. Para eso estaría el nuevo “verdecito”, como ahora le decían a él, aludiendo a su inmadurez policial.

Se le trabó el juego. Desde la calle llegó el ruido de una frenada de un auto. Cerró el programa y atendió el teléfono, que sonaba desde hacía dos minutos. Tiró el cigarrillo dentro del cenicero, sin apagarlo, y comenzó a anotar los datos que le pasaba la operadora central.

Antes de avisar por la frecuencia de radio, tomó el teléfono y marcó un número.

- Papita...- murmuró para sí, mientras una voz le decía que esperara unos segundos – ...una papita.





Rocío fue corriendo hasta el teléfono. En el breve recorrido encontró rostros apesadumbrados, y hasta vio a alguna compañera llorar por el inminente despido. Atendió la llamada advirtiendo:

- Más vale que esta vez sea algo bueno.

- Más te vale a vos, nena, que esta vez me pases lo que me corresponde. El otro día me largaste duro y eso que era una posible toma de rehenes. Ni una moneda al primo, muñeca. Decile a tu jefecito que no sea rata y se ponga con la de hoy.

- Si, toma de rehenes, pelotudo; -recordó ella - era un empleado que le quiso pegar al dueño porque le debía el aguinaldo. Casi me echan por esa boludez. Dale tarado ... ¿qué tenés?

- Anotá: un tipo ensangrentado en una cornisa... ¡qué titular muñeca!, en Corrientes y la peatonal. Decile a tu jefe que me pague al toque que estoy hasta las bolas con el alquiler.

- Le digo,
- mientras anotaba- le digo. Te veo allá. Chau.

Cortó la comunicación. Volvió corriendo a la oficina con el pedazo de papel en la mano y se lo dio al gerente, a quien se le transformó la expresión de golpe. Tomó el teléfono y mientras marcaba un número dijo a los gritos:

- Rocío, salís en directo. Lucite nena, llegá con la cámara prendida desde unas cuadras antes que yo ya conecto con Buenos Aires y lo confirmo. Ya van a ver estos forros como Mar del Plata genera noticias.

La orden desde Buenos Aires fue la esperada: que empiece el show.

12 Murieron un poco menos:

Consol dijo...

Es increíble, pero de nuevo tengo que felicitarlo por esta maravillosa nueva entrega. Ya desde el comienzo una brisa de ternura me invadió con Ramona y sus plantas. Su azalea como las que yo solía tener en mi saloncito..

No continúo. No digo nada más. Escribe impresionantemente bien y punto.

Saludos.

Carlos Borrego dijo...

Me pasa lo mismo que con mis series favoritas... no soporto tener que esperar para enterarme qué pasa!!!!!! QUE PASA!!!!! te voy a llenar la casilla de spam!!! quiero saber QUE PASA!!!!!!
Saludetes!

Martín Aon dijo...

SIBERIA le mandé un mail con la respuesta que me solicitó. Ahora... ¿consiguió mate?

.CINQO. Oiga, ya empezó a llegar el spam.
Si quiere enterarse sobre lo que pasa, le recomiendo que entre en PUNTONOTICIAS. Ahí tiene información pulenta.
Hablando de series, terminé de ver esta semana de nuevo la cuarta temporada de House en dvd y ya estoy descompuesto de ganas de ver la quinta.
Un abrazo.

Alejo Salem dijo...

Je, je...

gonza dijo...

Muy bueno como se van cruzando las historias. Un abrazo.

ADALBERTO dijo...

Las escenas de la redacción están buenísimas, Martín. Lamentablemente, hace unos años tuve que pasar por una situación muy parecida. En fín, muy bueno todo y esperemos el desenlace!
Un abrazo.

Enigma dijo...

Me encanta esta historia, tiene un ritmo que me tiene completamente atrapada.
Lo felicito, cada día escribe mejor.
Besos.

Vivius dijo...

Bueno coincido con Adal, la redacción y las escenas están muy bien. Le dan el hilo justo a la historia.
El show debe continuar, aunque no creo que este "intento de suicidio repentino" le dé fama al verdecito ni haga sobrevivir el canal.
Me encantó el personaje de Ramona.
Espero la continuación...

Irene dijo...

Buenisimo el personaje de Ramona!!!

Q buena redaccion y como atrapan los relatos!!

Genial, amigazo y espero ver como sigue...

Besos enormess

Martín Aon dijo...

SALEM, ese es el mejor comentario que le leí.

GONZALO se cruzan, si, y en cualquier momento chocan.
Un abrazo.

ADALBERTO para el desenlace falta bastante todavía.
Saludos y gracias por pasar.

ENIGMA cada día estoy más viejo, habrá querido decir.
Le agradezco igual los halagos.
Un beso.

VIVIUSKA en este caso es "el show recién empieza" y, puntualmente, creo que empieza a partir de ahora.
Si quiere la continuación, hoy a la madianoche la tiene, querida Vivi.

IRENE ¿a usted también le cayó bien la vieja chusma?
A mi no me simpatiza.
No me gustan las personas que saben más de la vida de los demás que de la propia. Y está lleno de casos así.
Un beso grande para usted, Irene.

rocío dijo...

que más podría yo agregar... ah! si, la reportera tiene un nombre muy lindo...

Martín Aon dijo...

ROCÍO puede agregar lo que quiera, sin hacerle precio al autor.
Qué alegría me da verla por esta choza.
Sea bienvenida permanentemente; usted es como de la casa.
Un beso grande

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