lunes, 6 de octubre de 2008

17. CAPÍTULO FINAL


al Maestro Julio Alfonso




Al llegar a la terraza del edificio de Ramona, Karina se acercó hasta el borde sin dar señales de vértigo ni miedo. Estábamos unos pisos más abajo en relación a la altura en la que se encontraba Franco, pero podía vérselo bastante bien. Karina le gritó varias veces sin lograr que él mirara hacia nosotros.

-No me da bola. Se nota que es amigo tuyo… – protestó.

Asomándome a la calle pude ver el cordón policial, formado desde la entrada del edificio hasta una camioneta de la policía, estacionada junto a una ambulancia que tenía las luces encendidas.

Traté de coordinar por teléfono lo poco que podíamos hacer. Llamé a Fernando.

-Escuchame, no hay tiempo, tratá de entrar y deciles a los que están a cargo que estuviste investigando y sabés algo. Contalo y remarcá que no querés que “la fuerza” haga un papelón. Capaz que dudan y esperan un poco más hasta confirmarlo. Ahora llamo a tu prima.

Corté sin saludarlo. Vi que uno de los policías rompía el cordón y corría hacia el edificio. Llamé a Rocío.

-Me habló el Negro recién. Dice que están por subir ahora. Si podés hacé el flash en directo ya mismo.

-Justo tengo que salir al aire ahora. Acá dicen que ya se tira. Van a subir a Pablo con la grúa para que filme.

-Listo, Rocío, muchas gracias por todo.





Franco estiró los brazos hacia arriba y luego hizo sonar el cuello, al girar con brusquedad su cabeza a ambos lados. Llevaba ahí arriba más tiempo del que hubiera imaginado estar. Cada tanto se asomaba un poco más a la calle y oía los murmullos ligados a sus movimientos. Era el director de la orquesta del morbo tocando en vivo.

No había entendido una sola palabra de las que le gritó la periodista desde la grúa, antes de arrojarle el teléfono. Ese teléfono era enviado por sus amigos, supuso, como también calculó que de alguna manera le haría llegar las noticias que hicieran falta. Pero tardaban tanto…





Trasmitiendo en vivo y en directo para todo el país, desde la ciudad de Mar del Plata. Estamos en la vereda del edificio en el que un joven marplatense, de nombre Franco, se encuentra parado en el borde del tanque de agua, lleva varias horas ahí…

Desde temprano se dijo que aparentemente intentaría suicidarse… pero tenemos una información de último momento, que estamos intentando chequear, que hablaría de otra versión de los hechos. Aparentemente, este caso que mantiene en vilo a toda la población, y tiene como epicentro la peatonal San Martín, se trataría de...




-Negro ¿estás con Ángel?

-Si, si, pudimos subir hasta la terraza. Me hizo pasar por el presidente del consorcio. Te hablo bajito porque estamos rodeados de canas.

-Explicale a Ángel… decile que se haga el boludo, no sé, dale plata si hace falta.

-Ahora le digo, pero no creo que haga falta pagarle, porque recién me dijo que odia a la policía… ¿subiste ya?

-Si. Estoy en la terraza de Ramona ¿qué pasa ahí, lo ves a Franco?

-No, desde acá no se ve. Están armando el último tramo de la escalera para subir al tanque. Hay dos uniformados con cámaras. Recién escuché que van a subir tres tipos y uno más a filmar, la otra cámara se queda acá. Acaban de subir una camilla. Hay una saliente de hormigón, casi en el borde el tanque, así que primero llegan ahí y después suben de golpe y lo agarran. El piso de la terraza está lleno de sogas y cables. Estos pelotudos están todos armados como si Franco fuera de Al Qaeda.

-No pueden estar acá, se tienen que retirar –
escuché una voz que le hablaba al Negro.

-Yo soy el encargado del edificio, señor, y tengo derecho... –Ángel protestaba infructuosamente.

-Se retiran ahora.

-Tenemos que salir de acá
–confirmó el Negro, -estos forros nos echaron.

-Quedate lo más cerca que puedas, tratá de…
- no terminé la frase. El Negro me interrumpió:

-Ese es Fernando. Pará, no cortes que ahí viene el primo de Rocío.

-¿Qué hacen acá, están en pedo? los van a cagar a palos a ustedes también. Estos son bravos…

-Nos sacaron de la terraza ¿vos nos podés hacer pasar?

-No, no creo que me dejen pasar a mí ni siquiera. A ver, esperen.

-¿Escuchaste? –
me preguntó el Negro.

-Si. Yo le pedí que suba a hablar. Ojalá que alguien le de bola. Llamame cuando tengas alguna novedad.





De pronto Karina me apretó el brazo mientras señalaba, nerviosa, la terraza vecina a la nuestra. No podía ser peor. Unos metros más arriba de donde estábamos, vimos en la azotea del edificio contiguo a un policía apuntando hacia Franco. Parecía un francotirador de película. Sentí pánico, pero no cinematográfico sino literal. Me quedé estático.

No supe qué hacer hasta que Karina, muy asustada, me exigió…

-Llamá a alguien, llamá a alguien ahora mismo por favor…

-¿A quién querés que llame, nena, a la policía? –
dije eso y reaccioné. Llamé a Fernando.

-Hay un compañero tuyo en el techo de acá al lado apuntándole a Franco – me desesperé.

-Ah, si, es por las dudas.

-La puta que te parió, qué por las dudas… no te hagas el gracioso en este momento, pelotudo…

-Calmate Flaco, quedate piola que te estoy diciendo la posta. Es parte del operativo de rutina. Mirá si Franco fuera un loco armado y empezara a disparar…

-Qué mierda va a estar armado Franco, dejate de joder. ¿Y si el tipo este estornuda por casualidad y se le escapa un tiro?

-El arma tiene el seguro puesto, loco, no seas negativista, che.

-Negativo o pesimista, pero no negativista
,– le grité – y Dios quiera que tu compañero no sea alérgico

-Dejame de hinchar las pelotas que estoy tratando de hablar con el que manda a acá y no me dan bola. Después te llamo. Y no me vuelvas a putear, eh.

-Andá a cagar –
rematé y corté. Inmediatamente sonó el teléfono.


-Estoy viendo a Rocío en la tele, está mandando fruta como loca. Esa piba vale oro, che. – me dijo Adalberto en cuanto atendí el celular.

-Si, la verdad que si. ¿hablaste con Bety? – recordé que Adalberto iba a pedirle a su hermana Beatriz, abogada, que nos consiguiera algún permiso o papel firmado.

-Si.

-Pienso que vamos a necesitar un abogado para Franco porque esto no para con nada, al Negro lo echaron de la terraza del edificio, al lado mío hay un francotirador de la policía, Rocío hace lo que pude pero no creo que le crean y me parece que vos tenés razón y que lo mejor que puede pasar es que Franco baje, como sea, y después nos ocupamos acá
– decía eso, auspiciado por el desaliento.

-Pero… che, calmate un poco. A mi hermana la llamé hace un rato y viene para acá. Recién me mandó un mensaje para avisarme que estaba estacionando frente a la catedral, quedate tranquilo. Trae lo que consiguió. Lo del francotirador es por prevención, recién lo vi por la tele y te estoy llamando justamente para avisártelo. Franquito va a bajar y nosotros lo vamos a bancar en la que sea. Serenate y vení si querés, así hablamos con mi hermana para ver qué se puede hacer.

-Sos un capo, Adalberto; estás en todo. Gracias.


Miré a Franco. Ahí estaba de pie, mirando plácidamente hacia el mar.

-¿Sabés armar eso? – le pregunté a Karina, señalando los caños que habíamos subido con el bolso.

-Si, claro, es una pavada armar el trípode.

-Dale, armalo y ponele la cámara ¿Cómo se prende esto? -pregunté, con el megáfono ya en la mano.





Ahora que el viento había menguado -tras haber empujado el telón de nubes- el sol hizo que Franco pueda ver su sombra por primera vez en el día. La achicó el sentarse. Y la estiró al recostarse paralelo a la calle corrientes, no tan cerca de borde del tanque. Corrió el pelo que caía sobre su frente y se entregó a la tibieza de la tarde, mientras decidía si empezaba a los gritos para que lo bajaran o esperaba alguna señal de sus amigos. Supuso que todo lo sucedido le iba a costar caro, en más de un aspecto. Semejante despliegue de prensa y policía por su culpa. No sería gratis.

Lo sobresaltó un ruido cercano. Distinto a los que provenían de la calle. Se asomó un poco a la multitud. No, no era esa muchedumbre que otra vez murmuraba lo que él había oído. Fue un choque metálico y seco.
Volvió a recostarse, a retomar la posición en la que estaba para tratar de detectar de dónde provino ese sonido…





-Tengo que pasar si o si, la puta madre. Traigo información importante. Yo también soy policía, carajo. Nos vamos a mandar una cagada con ese flaco….

Luego de forcejear y gritar un poco, Fernando accedió a la terraza. Fue directamente hacia quien dirigía el operativo.

-Acá nadie grita, sabe. ¿Cómo se llama?

-Agente Fernando Borges, señor.

-¿Es pariente del escritor?

-¿Qué escritor? todos me preguntan lo mismo.-
Luego explicó, torpemente, lo que “había investigado”.

-Oiga agente ¿usted está seguro de lo que dice? – ahora todos rodeaban a Fernando, interesados en su “información”.

-Eso es basura, jefe, no lo escuche, mire si vamos a creer esa boludez. Estos pendejos vienen cada vez peor. Prepará la cámara, López y subamos ahora. – dijo el encargado de encabezar la subida.

-Arriba...

-Borges, quédese por acá que cuando termine esto quiero hablar con usted y después con su superior. La puta madre, qué desperdicio ese apellido…


Fernando se acercó a un rincón y desde ahí envió un mensaje de texto al edificio de enfrente; decía: suben ahora.





Franco escuchó de nuevo ese ruido a metal, esta vez acompañado por algunos gritos más cercanos. Se puso de pie. Caminó hasta el borde del tanque, en donde fue casi ovacionado por la gente, que llevaba un rato sin verlo. Comprobó que la grúa había vuelto a subir, ahora con un camarógrafo en lugar de la periodista. Se quedó atento a los movimientos de la plataforma, que maniobraba con menos dificultad que antes, gracias a la falta de viento. Atribuyó a la máquina el ruido anterior.

A cuatro metros de su espalda, apareció el borde metálico de una escalera. Franco seguía concentrado en la grúa, creyendo que iban a arrojarle otro teléfono. No percibió la sigilosa subida de los tres policías (el cuarto se quedó filmando desde la escalera).

Los oficiales, que habían subido casi arrastrándose, se pusieron lentamente de pie. Dos estaban armados y el tercero, encargado de ir hasta Franco, llevaba una soga atada a su cintura y anclada, en el otro extremo, en la terraza. Se irguió por completo y comenzó a caminar muy despacio.

A Franco le pareció ver que asomaba a su lado una sombra y se paralizó…




Fue tan repentino que no tuve tiempo para pensar. Recibí el mensaje de Fernando, levanté la vista y vi todo a la vez: a Franco acercándose al borde, a Pablo que era elevado con la grúa y, lo peor, cuando vi a los tres policías ya subidos al tanque.

Corrí hasta el filo de la terraza, ubicándome junto a Karina, que ya tenía armado el trípode con la cámara. “Filmá” le pedí y encendí el megáfono para decir…

-Muy bien Franco, muy bien, ahora parate derecho y abrí los brazos, bien abiertos… -me reconoció la voz al instante, lo noté cuando asintió levemente con la cabeza en ese gesto tan suyo, casi imperceptible- eso Franquito… ahora tenés que girar y con esta toma terminamos por hoy. Fue un día largo…– dije. Y de pronto grité como un loco:

-¡Corten! ¡Corten! La puta madre, qué hacen esos tipos ahí en medio de la filmación. ¿Quién mierda los dejó subir? Estamos grabando y me cagan la toma final ¿son actores, extras? ¿qué carajo son? La escena de los policías es mañana en el Torreón del Monje… la putísima madre que los parió… estoy rodeado de inútiles… Franco bajá nomás, que vamos a tratar de editar lo que tenemos. Quiero hablar con el pelotudo que dejó subir a esos tipos. Ya voy para allá.

Los policías hacían gestos entre ellos. Hasta el francotirador dejó su puesto y se acercó a mirarnos. Por supuesto, con Karina lo ignoramos.





Podemos confirmar entonces, en directo para todo el país, que fue primicia nuestra: el joven que permaneció durante horas en el tanque de agua, es un actor marplatense de nombre Franco. Se encontraba filmando un cortometraje documental acerca del sonambulismo. Nosotros en exclusiva lo anunciamos antes que ningún otro medio. Se sabe que la policía actuó en el lugar preventivamente, y habría sido llamada por vecinos que no estaban enterados de la filmación.

Acá vemos pasar al director del proyecto, que se dirige al edificio… por favor, unas palabras que estamos en directo…

-No quiero hacer declaraciones
–le dije a Rocío, fingiendo mal humor- tengo que averiguar quién fue el imbécil que arruinó mi trabajo de horas. Disculpame. – Y seguí caminando junto a Karina hacia el hall, en donde me encontré con Ángel, Adalberto, Bety, Fernando y el Negro.

Los policías iban saliendo de a cuatro por ascensor, sin decir palabras. Ángel guardó el megáfono, la cámara y el trípode en el cuartito de la limpieza antes de que saliera el jefe del operativo, que primero se detuvo adelante mío preguntando:

-¿Quién autorizó todo esto y porqué no me avisaron antes?

-Acá mi abogada tiene todos los permisos en regla- mentí un poco-. Un colaborador mío habló con el agente
– señalé a Fernando.

-Agente Borges… –dijo, y enrojeció al ver que Rocío entraba al edificio junto a Pablo, con la cámara encendida. - …quiero que trabaje con nosotros. Venga a verme mañana. Carajo, con ese apellido tenía que ser bueno. – y se fue sin saludar.





Se abrió la puerta del último ascensor y finalmente apareció Franco. La rueda de abrazos y lágrimas fue interminable. Hasta Ángel lloró.

-Así que soy el protagonista de una película…- se jactó Franco riendo, mientras recobraba el aliento - …y ¿cómo se llama?

-Un pelotudo en la terraza –
dijo el Negro.

-Morir un poco menos… -dije yo, y pregunté -¿te gusta?

-Te contesto si me das un cigarrillo.




28 Murieron un poco menos:

Enigma dijo...

Buenísimo el final descendiendo hasta la planta baja.
Franco se salvó del loquero y la cárcel, y por fin va a poder fumar un cigarrillo!!
Leerlo siempre me deja la sensación de estar viendo y viviendo cada instancia del relato.
Lo felicito.
Besos.

gonza dijo...

Muy buen final !!!!!! Un abrazo.

Consol dijo...

Fantástico final para un relato buenísimo. Inmejorable. Me ha dejado usted fascinada.

Es lo mejor que he leído en mucho, mucho tiempo.

Un beso

El Gaucho Santillán dijo...

Que flash el formato! buen final. (a Franco hay que cagarlo a tiros)

Saludos

Martín Aon dijo...

ENIGMA: volvió la cuenta regresiva, viste? ¿no debería haber descendido hasta el inferno?
Te agradezco ahora porque la mayoría de las imágenes que acompañan los capítulos me las conseguiste vos (incluída esa del pie asomando del ascensor).
Un beso grande.

GONZALO:, otro abrazo para vos.
Acordate que tenemos que juntarnos con Salem, así a aprovecho a comentarles que se me ocurrió una idea para una historia que se puede escribir por entregas...

SIBERIA: a lo largo de toda la historia comentaste en este y el otro blog, sin faltar un solo día, un solo capítulo.
Te agradezco la paciencia y la insistencia.
Un beso grande.


GAUCHO: si, el FRANCOtirador le tendría que haber dado...

Anita la bibliotecaria dijo...

Noooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooo
Martín sos un capo, master of de universe!!!! ME ENCANTÓ EL FINAL TAN INESPERADO!!!
noooo, estoy lagrimeando como una tarada, nunca lo hubiera imaginado un final asi...esto es para descorchar algo, nose...un champucito, sidra, birra, fernet...aaaaalgo.

nose...estoy emocionada...

Vivius dijo...

Felicitaciones, un final inesperado, muy bien logrado. Y cómo durante todo el relato, redactado de manera tal que uno lo va imaginando como si viera realmente una película.
Un placer Martín, como siempre.
Gracias!

Irene dijo...

Q final Martin!! q final!! Impresionante y de pelicula.

Pero a la vez q gusto amargo , pq se termino y eso trae cun pequeño duelo ...pero espero q vuelvan las historias y q vuelva ud claro.

Besos enormes, enormes,,enormes!!!!

Genial!!!!

(estuve leyendo tb lo q me perdi estando en Cordoba!)

Martín Aon dijo...

ANITA: gracias por querer hacerme sentir HE-MAN.
Ahora, me parece que querés aprovechar la ocasión para emborracharte. Es una buena excusa, ojo.

VIVIUSKA: ¿de verdad inesperado? A mi me pareció algo obvio, lo admito.
Y con respecto a lo visual, bueno, es un gran halago.

IRENE: no hacía falta que te tortures leyendo todo.
Estoy viendo con qué seguir, si. De duelo ni hablar.

y…

ANITA, IRENE Y VIVI: les agradezco a las tres por el afecto y la constancia. Realmente se portan tan bien conmigo…

Tres besos grandes.

ADALBERTO dijo...

Martín te felicito por el final y, como dicen las crónicas policiales:
"afortunadamente no se produjeron víctimas fatales".
Muy bien y que sigan los éxitos.
Un abrazo. Adal.

Martín Aon dijo...

ADALBERTO: y fue así como llegamos al final de la historia.

Espero que te haya gustado la idea de tener un café en la peatonal (avisame cuando abrís).

Te doy las gracias por tu participación diaria.
Un abrazo, CABALLERO.

kiradakash dijo...

Hola Martín, no pude leer todo el cuento, pero las veces que leí me parecío muy atrapante,es de esos que te dan ganas de seguir leyendo hasta el final.
Sos un capo,besos.

eMe dijo...

Martín... ud. ya sabe, ya le di mi opinión al respecto.

Beso para Zacarías :)

eMe dijo...

(y ahora ya está, deje de cacarear ;))

Enigma dijo...

Martín, no creo que Franco se merezca ir al infierno. Seguramente, por momentos haya combatido alguno de sus propios demonios allá en las alturas, bastante más cerca del cielo.
Quizás sí se haya ganado un buen patadón en el traste por el susto que les hizo pegar a los amigos.
Respecto a las imágenes, si a ud. le gustaron y las usó, yo me quedo contenta.
Sabe que me gusta mucho como escribe y para mí tiene un gran talento.
Espero seguir leyendo más de lo suyo.
Besos.

Consol dijo...

¿Qué me agradece que siguiera el relato? Por Dios, hombre, no diga tonterías que ya tenemos una edad. ;)

Soy yo la que le agradece el que nos haya deleitado con un historia, agradable, dulce, tienrna, jocosa, interesasnte...

Soy yo la que esperará ansiosa que vuelva usted a escribir.

Un beso

Martín Aon dijo...

KIRADAKASH: gracias por venir a leer las veces que hayas podido y querido.
Un beso grande para vos.

eMe de Morbo: apareció.
Si, sé lo que opinás. Y te lo agradezco.

En cuanto a lo de Zacarías, no puede ser: ahora está con el Negro.

ENIGMA: efectivamente, creo que lo que Franco no recibió de la policía lo recibió los amigos, en formato de patadas.

Para seguir leyendo más de lo mio, por el momento, tendrás empezar con la historia de Franco otra vez
(probá de atrás hacia adelante, como me dijo que hizo eMe).

SIBERIA: hay que ser agradecido, incluso a riesgo de parecer pesado con lo mismo.

Así que: gracias de nuevo.

Erne dijo...

Martín , tus finales siempre son sorprendentes.
Hasta en lo cuentos más cortos ,hasta las últimas líneas mantienes el suspese.
Eres un maestro en eso .

Recuerdo habertelo dicho otras veces.

Pero esta vez te has superado.
Felicidades.
Un relato precioso.
Y el lenguaje que utilizas tan argentino, tan del círculo en el que se mueve la historia también me ha encantado.
Un abrazo.

Anita la bibliotecaria dijo...

ehm....todo muy lindo, muy atrapante, pero ahora hay q renovar la cartelera Don Martín, para cuando otra historia?

si, ya sé, pido mucho.

Besotes

Martín Aon dijo...

BLANCA: me has dicho eso y mil cosas más, todas para hacerme sentir bien, para alentarme.

En tanto tiempo que hace que nos conocemos siempre recibo de tu parte un empujón, una plamada para que siga adelante.

Te doy las gracias de todo corazón.

ANITA, creo que tengo que reconocer una cosa: me gustó mucho escribir la historia de Franco, pero me cansó un poquito (17 capítulos equivalen a 47 hojas A4 -17.000 palabras publicados cada 48 hs.)

Así que por unos días me tomo un descanso y aprovecho para leer libros y blogs.

Te agradezco el interés y la arenga, Anita. En breve volveré.

Anita la bibliotecaria dijo...

Vaya, vaya a descansar un poco q bien le hace ( x te trato de ud, ahora?)

Q disfrutes de tu merecidiiiiiiiisimo descanso y leas mucho.

eMe dijo...

Y qué viene a ser un "plamada"???

:p jijijijijijii

Irene dijo...

Como anda mi amigo???

Besos gigantes!!!!!

Enigma dijo...

Hola Martín, pasé a saludarlo, me parece bien que esté descansando un poco.
Le dejo un beso.

Santiago Maisonnave dijo...

Martín, con bastante (mucho) retraso termino de leer la historia, que unos capítulos atrás interrumpí. Me alegra mucho que la haya traído hasta un final; hasta este final.
Un abrazo.

Unknown dijo...

Nunca deja de sorprenderme... y no esperaba menos de usted. Gracias por dejarme acortar distancias en la memoria.

Anónimo dijo...

Bueno Martín al final lei tu historia como te prometi, la verdad muy buena, de comienzo a fin, atrapante y con un lenguajea propiado que te permite imaginarte perfectamente las escenas a medida que vas leyendo la historia y no por esto resultan aburridas o demasiado largas las descripciones. El final tambien me gusto, la verdad que estuvo mut bueno. Ahora estoy a la espera de nuevas historias asi puedo ir replanteandome lo que leo a medida que espero nuevos capitulos/episodios. Mientras leere las otras cosas que publicaste. No te jodo más. Un abrazo!!!

Para que sepas quien soy: Andrés Fernando Alvarez

PD: No se como identificarme:P

Martín Aon dijo...

TRESCAÍDAS: con bastante (mucho) retraso acudo a responder y a agradecerle.

ROCÍO: usted no deja de sorprenderme. Que a alguien con su talento le haya gustado algo escrito por mi es un honor. Y una alegría.

ANDRÉS: vaya sorpresa que me lleve al ver tu comentario acá. No es que no te haya creído cuando me dijiste que ibas a leerme, no, en realidad me pareció una intención (buena) de tu parte y listo. Creí que quedaría en eso. Pero no: te leíste los 17 capítulos de un tirón.
Te lo agradezco mucho, Andrés. De verdad.
Un abrazo.

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