miércoles, 19 de noviembre de 2008

5. AHORA TE LLAMO



Desperté a punto de ahogarme con el agua que me tiraba el Negro en la cara. Me dolía la nuca. Entre el Negro y Adalberto -amigo nuestro y dueño del café- me sentaron, dándome agua, esta vez para que la tome.

-Qué maricón resultaste…- dijo el Negro, tomando un sorbo de gaseosa, que vomitó ahí mismo.

-Pero si Franquito es un pibe bárbaro, che, qué mierda le pasa… - indagó Adalberto al rato, mientras limpiaba el vómito con un trapo sin hacer una sola mueca de asco (este tipo es un amigo, pensé al mirarlo).

-No sabemos nada. Se le salió la cadena... – arriesgó el Negro, que no ocultaba sus lágrimas- …me quiero morir.

-Y a vos se te salió el estómago, querido – bromeó para darle algo de ánimo y dijo, con gesto más serio: …sigan probando con el teléfono de Franquito. Van a ver que ya los va a atender.

Efectivamente, seguimos llamando al celular de Franco pero no atendía. Dos veces dio ocupado y nos desesperamos en cortar, creyendo que él se quería comunicar en ese momento. Pero no. Sólo sonaban los celulares con requerimientos de nuestros familiares y amigos para saber qué pasaba. Y no teníamos respuestas.

Todo estaba sucediendo tan rápido que no lográbamos procesarlo con tranquilidad. ¿Qué hacer?

El Negro me preguntó si me sentía bien. Me sentí mal, pero asentí. Entonces arrancó un breve repaso en voz alta de la vida de Franco, tratando de encontrar una grieta que nos explique cómo llegó a esa decisión. Yo iba aportando detalles que al Negro se le escapaban, cosas sin importancia pero graciosas. Reíamos cada tanto con más nervios que ganas. Llegamos con el resumen de la biografía hasta dos días antes, cuando jugamos juntos al fútbol. Terminamos ganando con un golazo de Franco, que se fue de la cancha con su buen humor habitual.

-Si hasta cuando me llamó hace un rato para decirme que se le ocurrió matarse tenía la voz y el tono de siempre- dije yo, desconcertado.

En la vereda la gente se amontonaba alrededor de los noteros de los canales de noticias que trasmitían en directo. Podíamos verlos en simultáneo a través del vidrio y por la televisión que estaba encendida dentro del café. Muchos estúpidos se asomaban por detrás de los cronistas y saludaban.

Al paisaje se le agregó un helicóptero que sobrevolaba la zona a baja altura, sumándole ruido de fondo al descontrol general. También vimos por televisión –atónitos- que desde una ventana del edificio de Franco, a la altura del sexto o séptimo piso, se desplegaba una bandera con la publicidad de una inmobiliaria, anunciando ofertas para la próxima temporada y grandes descuentos con la sola mención del slogan que aparecía escrito debajo.

-Mirá qué hijos de puta…

Adalberto, indignado, fue hasta el televisor y empezó a cambiar de canal reiteradas veces. En la mayoría de las emisoras estaban tratando el tema del “Suicida de Mar del Plata”. En una de ellas, vimos que Franco hablaba por su celular ¿sonriendo? El zoom del camarógrafo permitía ver una leve sonrisa y un corte en la cara, además de la remera con grandes manchas de sangre. ¿Con quién hablaba? Miramos nuestros teléfonos sobre la mesa, chequeando una y mil veces que tuvieran señal y batería. Pedimos a los que nos llamaban para preguntar que se abstuvieran por un par de horas. En los momentos en los que no hablábamos, yo rezaba y creo que el Negro también.

-Negro, algo tenemos que hacer –dije-, porque la policía…

Me silenció un bocinazo parecido al de un tren, que hizo temblar los vidrios del local. Las cámaras y las cabezas enfocaron a un camión con grúa gigante que venía avanzando entre la muchedumbre por la calle Corrientes. Supuse que pertenecía a los bomberos, ya que las escaleras que habían traído no llegaban ni por asomo a la mitad de la altura en la que estaba Franco. Me equivoqué. La grúa fue alquilada por el canal de noticias más sensacionalista (el de mayor audiencia), tal como lo señalaban los afiches pegados en las puertas del camión. Esto era un espectáculo en vivo que nadie se iba a perder.

-No podemos quedarnos acá sin mover un dedo…

No terminé la frase porque enmudecí al escuchar la música de aviso de mensajes de mi celular.

Leí “Mensaje Multimedia de Franco”.

Se lo mostré al Negro y quedó blanco. Lo abrí rápido, desesperado. Decía: “Mirá como se ve desde acá. Ahora te llamo. No me llames”.

Y había una foto tomada con su celular.

10 Murieron un poco menos:

Anita la bibliotecaria dijo...

Me qeude esperando la 5ta entrega y valio la pena.

Por fin, noticias de Franco y el guacho sacó una foto desde la terraza!!!!...increible!!!!

Martín Aon dijo...

Gracias por la espera, ANITA
Está linda la foto ¿no?

El Gaucho Santillán dijo...

Pero no parece que se vaya a tirar eh? para mì que Franco necsita y busca atenciòn.

Saludos

Anita la bibliotecaria dijo...

La foto esta genial, y se debe respirar un aire espectacular en la terraza.
Al igual q el gaucho, pienso q Franco no se va a tirar y nos enseña lo miserable q podemos ser como sociedad, esperando q alguien se tire de un piso 16.

Franco: dejate de joder y saluda pa las camaras!!! jajajajaj

ADALBERTO dijo...

Martín, no puedo creerlo! Están todos con el estómago acalambrado y a los vómitos, y éste sacando fotos... Que se tire! Muy bueno.
Un abrazo. Adal.

Vivius dijo...

El Adalberto de ese café es cómo el Adal que yo conozco! Un tipazo!
Franco debería haberle mandado una foto dónde se viera la miserable multitud desde arriba...

Enigma dijo...

Apareció Franco, qué estará pensando?
Y por qué estará realmente allá arriba?
Esta historia tiene un vértigo!!
Martín, que tenga un buen fin de semana.
Ud. sabe que lo admiro no?
Saludos.

Consol dijo...

Una foto. Saca una foto de su ciudad. Y yo le comprendo. No está loco. Locos están los demás. Los que pillan una grua para montar el reportaje, los que esperan a ver si se tira. Locos,malvados, crueles. Hay que escapar de este mundo de absurdo o de mierda como dice la Xiqueta.

Un beso Martín.

Santiago Maisonnave dijo...

No hay que escapar, Siberia, hay que transformarlo...
Sigo la historia con tensión.
Abrazo.

Martín Aon dijo...

GAUCHO, yo creo que todos los de abajo necesitan atención psiquiátrica urgente.

ANITA, me suena a cuando se transmiten las tomas de rehenes en directo. La gente quiere que haya sangre.

ADALBERTO ahora, igual que Vivi, cuando leo su nombre en la historia lo asocio con usted. Invítese una vuelta de café, che.

VIVIUSKA, una foto de la imbecilidad colectiva. Es buena esa.

ENIGMA, gracias por lo de la admiración. Que tenga el fin de semana que desee. Y gracias también por leerme.

SIBERIA, el mundo está tal cual lo hemos hecho, lamentablemente. En todo caso, hay que hacer como dice el amigo TresCaídas.

TRESCAÍDAS: muy bien dicho. Gracias por seguir la historia y darle difusión en su blog. Realmente es un gran gesto de su parte. Un abrazo.

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